Sobre nosotros
El inicio de Fundación Caminos se remonta a 1989. Nace de un encuentro, favorecido por la madre de un joven con discapacidad intelectual, entre un educador, Pablo Snieg, y Sergio, un muchacho que manifestaba algunas dificultades para asumirse como adulto.
La propuesta de Pablo, quien hoy ejerce como Director General y Fundador de la institución, se basó en respetar ciertos gustos e intereses “infantiles” de Sergio para ir acercando propuestas que convocaran, a través de la lectura, contenidos y experiencias más adultas.
Una vez por semana, entre meriendas y libros, se fue generando un vínculo novedoso, pero también una pregunta central para el muchacho: ¿por qué mis hermanos tienen amigos y yo no?
Esta inquietud dio paso a la conformación de un grupo de amigos, alumnos de una escuela especial, que cada jueves comenzaron a juntarse. Circulaban de casa en casa compartiendo lecturas y vivencias.
Con el tiempo, en diálogo con los padres de estos jóvenes, surgió la idea de llevar la propuesta al fin de semana, de manera de que “todos podamos tener un tiempo para el ocio”. Comenzaba así Cuento y Movimiento, un espacio de tiempo libre que organizaba actividades recreativas, deportivas y culturales en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires.
Los padres empezaron a notar y a poner en palabras los cambios que se producían en sus hijos. Era la primera vez que concurrían a una propuesta por deseo propio, que elegían su ropa o se vestían solos, que festejaban su cumpleaños con pares o congeniaban
planes con amigos. La siguiente instancia era en algún punto previsible: generar un dispositivo ocupacional en la semana. Urgía pensar en la finalización de la etapa escolar, que se prolongaba indefinidamente por falta de alternativas. Este movimiento dio origen a Fundación Caminos, en el año 1995, que en su momento tenía sede en la calle Thames.
El objetivo, trabajar en favor de la autonomía de las personas con discapacidad intelectual y sus familias. También buscar soluciones a las problemáticas del futuro: ¿qué va a pasar con nuestros hijos cuando no estemos?
La característica principal de los primeros proyectos era la inserción comunitaria. Por ejemplo, en 1996, nacía el proyecto Reciclaje junto a la Cruz Roja y alumnos de la escuela Carlos Pellegrini. Era solo el comienzo de una serie de acciones que produjeron un doble impacto: la sociedad cambiaba la mirada que posaba sobre la discapacidad mientras que los jóvenes reinventaban lo que creían posible de sí. Las personas con discapacidad intelectual de pronto podían ser parte de la trama social, dejando de ocupar el lugar del necesitado, para comenzar a percibirse y ser percibido como un ciudadano más, que incluso era capaz de brindar ayuda al prójimo. Con esfuerzo y dedicación, en 2001, se produce una mudanza a una casa en la calle Gregoria Pérez. Gracias a esta maniobra (ya que la nueva sede cumplía con todos los requerimientos edilicios) se pudo enmarcar el dispositivo en el Registro Nacional de Prestadores bajo la figura de Centro de Día Ocupacional. Esto permitió contar con recursos para ofrecer la propuesta independientemente de las posibilidades económicas de cada joven, ya que por ley 24901 las obras sociales financian la participación de sus afiliados. A su vez, la institución comenzó a estar regulada y auditada por el Servicio Nacional de Prestadores en Discapacidad. Pero este no sería el final del recorrido sino el comienzo de una nueva etapa de crecimiento. En 2005 el proyecto se presenta en Conadis (hoy Andis) y fue seleccionado para obtener el subsidio que otorgaba la Comisión Nacional Asesora en Discapacidad. Mediante un programa de contención social financiado por la ley de cheques pudimos tener nuestra sede social propia, hito que significó un verdadero salto.
El edificio, al ser diseñado para alojar un Centro de Día, no solo se ajusta a las necesidades de nuestros talleres y actividades sino que representa un diferencial no menor en lo que hace a la prestación.
En la actualidad, la dedicación y compromiso que se puso en movimiento en 1989 siguen en vigencia. Buscamos en equipo ofrecer un servicio de calidad, que implique a los concurrentes a asumir su propia adultez como condición para encausarse en su propio deseo. Nos implicamos con fomentar su autonomía brindando herramientas pragmáticas y simbólicas que aumenten su movilidad o incluso que hagan posible una vida independiente, considerando esto último como una interdependencia, ya que nuestra historia y presente conciben al individuo en intercambio permanente con su entorno.